Extraído del libro: "El arte de ver" de Aldous Huxley

En términos generales podríamos afirmar que la mayoría de las personas que padecen mala visión se deben a malos hábitos como factores causales o predisponentes. En consecuencia, la adquisición de nuevos y mejores hábitos conduce muchas veces a una rápida mejoría en el estado orgánico de los ojos alterados. Otro tanto ocurre con los problemas psicológicos. El perfecto funcionamiento no podrá lograrse mientras persista el estado de emoción negativa que produce o agrava una disfunción. Por otra parte, la mejoría de la función visual puede mejorar el estado psíquico por la relación Psiquis (mente), cerebro, ojos (cuerpo).

Una de las fuentes mas frecuentes de disfunción visual es la atención imperfectamente dirigida. La atención es la condición indispensable del proceso mental en el funcionamiento general de la visión. Cuando la atención se dirige en forma correcta el funcionamiento visual es bueno, cuando es errónea la atención, aquel declina. Para que la atención sea eficaz en la función visual el ojo de be estar en continuo movimiento ya que la porción de la retina que capta la imagen mas clara (fovea centralis) es muy diminuta . Por este motivo el ojo debe moverse en distintos planos para captar claramente toda la imagen. A su vez la atención bien dirigida produce un cese de los movimientos corporales justamente para centrar la actitud en lo que se está incorporando. Por lo tanto podemos concluir que una correcta función visual dependerá de los movimientos continuos de los ojos e inhibición de los movimiento del resto del cuerpo. Y en tanto que se observe esta regla si no hay trastornos psicológicos, el funcionamiento visual será normal. La anormalidad se produce cuando a la inhibición del movimiento corporal que es normal y adecuada en la atención visual bien dirigida, se le añade una inhibición del movimiento de los ojos o sea una fijeza de la mirada. El exceso de fijeza en la mirada produce una tensión continua en los ojos, y es producida por un "ansia" de ver. Esta ansiedad es lo que produce una inmovilidad inconsciente de los ojos, que a su vez reduce la circulación de sangre y por ende su resistencia.

Se propone entonces una serie de ejercicios para cambiar estos y también otros posibles malos hábitos y mejorar así nuestra visión.

PALMEADO: Se cierran los ojos y se cubren con las palmas de las manos. Para evitar ejercer cualquier presión sobre los ojos la parte inferior de las palmas deben quedar sobre los huesos malares y los dedos sobre la frente. De este modo se excluye completamente la luz. Conviene apoyar los codos sobre una mesa para relajar los brazos.

Inmediatamente debemos hacer un trabajo con la mente de recordar alguna escena placentera de nuestra vida, y para evitar que la mente quede fija (y con ella los ojos) las imágenes que elijamos deben tener movimiento, por ejemplo paisajes que cambian de aspectos, el movimiento de las olas del mar, el viento moviendo las hojas de los árboles etc.

El efecto es una intensa relajación de la vista producida por la exclusión de la luz, el calor de las palmas y la tranquilidad de la mente que vaga por imágenes placenteras.


Dra. Alejandra Maratea