¿Cuántas veces nos proponemos hacer una dieta?
Dura muy poco tiempo, ya que abandonamos por cualquier excusa o bajo cualquier argumento, dieta que tal vez nunca comenzamos recurriendo a todo tipo de justificación (llego tarde a casa, estoy cansada para ponerme a cocinar, vivo solo/a no se justifica que cocine para mi solo/a, etc., etc.). Tenemos el deseo de cambiar algo en nuestra vida, en nuestros hábitos, pero no podemos hacerlo, no lo plasmamos.
Tal vez darse cuenta de esta dificultad es el primer paso para conseguir lo que queremos, es el paso necesario para detenernos un instante a reflexionar qué pasa con nosotros y elaborar una estrategia que nos permita arribar al lugar deseado. En primera instancia debemos saber que todos los seres humanos estamos permanentemente bajo el influjo de dos fuerzas igualmente poderosas pero de signos contrarios, esto quiere decir que mientras una nos impulsa para adelante, para crecer, para cambiar, para mejorar, la otra nos tira para atrás, tendiendo a la involución. De esta manera sabremos que todo impulso inicial en lo que emprendamos, al cabo de cierto tiempo va seguido de una pérdida de entusiasmo o de energía como queramos llamarle, y que para continuar adelante debemos sostenerlo con una cuota extra de energía y esfuerzo personal.
En segunda instancia debemos tener en cuenta que para realizar cualquier tipo de cambio es necesario tener un porcentaje de energía extra que nos permita enfrentarnos a esa segunda fuerza, así como también saber que todo cambio produce una fricción interna y un sufrimiento. Si tomamos conciencia de que esto ocurre de esta manera tal vez esto nos da más fuerza para seguir adelante.
Y por último, en el caso que nos ocupa hoy, es decir la alimentación, preguntarnos si realmente lo que queremos es hacer una dieta o alimentarnos de una manera más consciente. Si lo que queremos es hacer una dieta (para adelgazar, para engordar, para desintoxicarnos, para la celulitis, etc.) posiblemente ésta comience un día y termine otro, en el mejor de los casos cuando llegamos a nuestra meta. ¿Y después qué?
Pienso que alimentarnos más conscientemente lleva implícito un montón de cosas, desde la selección de los alimentos hasta la verdadera comprensión intelectual y espiritual, por así decirlo. La comida o comer bien, NO LO ES TODO, pero sé es muy importante, es el alimento para nuestro cuerpo para que pueda cumplir con sus funciones a lo largo de toda una vida, pero no es el único alimento. Los seres humanos precisamos distintos tipos de alimentos: precisamos amor, un tipo de alimento emocional, precisamos respirar, otro tipo de alimento físico; también precisamos divertirnos, conocer, comprender, alimentos espirituales. Si casi siempre sabemos elegir muy bien lo que nos conviene o nos gusta y precisamos para nuestro corazón o nuestro espíritu, ¿por qué no elegir desde ese lugar también nuestros alimentos físicos y que en definitiva es lo que ingresamos a nuestro cuerpo desde nuestro entorno?
Muchas veces un cambio comienza a ocurrir desde una solución práctica; por ejemplo podría ser empezar a comprar mis alimentos en la dietética más cercana a nuestra casa; cuando voy al supermercado, leer la composición de los alimentos que elijo, y seleccionar los que tengan menos conservantes; no comprar alimentos envasados, enlatados y congelados, de dudoso valor alimentario y que tienen muchos químicos. Para continuar con soluciones prácticas ofrecemos un resumen de todos los criterios positivos y negativos de las distintas formas de alimentación, para informarnos y así poder elegir una forma de alimentarnos que sea la más adecuada para uno.
Vegetarianismo:
En este caso no se ingiere ningún tipo de carne, ni lácteos, ni huevos. Existen distintas modalidades:
Frugívoros:
Consiste en el consumo excesivo de frutas de todo tipo, con etapas de monodietas de un solo tipo de frutas. Esta dieta es muy útil como desintoxicante, y para desbloquear el acceso de anticancerígenos. Se debe tener mucho cuidado ya que una desintoxicación muy brusca puede ser peligrosa. Es una dieta que produce carencias de manera que no debe realizarse por más de una semana. Tampoco debe realizarse en invierno, ni en diabéticos, por el elevado aporte de azúcares. Ni tampoco en personas con problemas renales, por el exceso de agua y potasio que produce.
Crudivorismo:
Incluye frutas y todo tipo de vegetales crudos. Es una dieta con menos riesgos de carencias que la anterior, pero energéticamente desequilibrada. No pude hacerse en invierno o en zonas frías por el exceso de energía yin que produce. Es buena para desintoxicar pero también se deben tomar recaudos, y sirve para pacientes oncológicos, que están recibiendo tratamiento de radio y quimioterapia. Se debe tener en cuenta que el fuego, es decir la cocción de los alimentos, aumenta la energía de un alimento. Es una dieta económica, fácil de practicar pero no ofrece muchas variantes culinarias.
Naturismo vegetariano:
Es similar a la anterior pero con el consumo de verduras, cereales y legumbres cocidos, empleando un 50% de crudos. Hace hincapié en la combinación de alimentos pero no en su proporción. Es desequilibrada energéticamente, no se indica en forma personalizada, sino que se distinguen alimentos prohibidos y permitidos. Es desintoxicante y fácil de practicar.
Naturismo ovolacteovegetariano, ovovegetariano y lácteovegetariano:
A la anterior se le suma el consumo de lácteos y huevo, solo lácteos y solo huevos respectivamente.
Como dieta aleja más aún la posibilidad de carencias alimentarias pero a costa de no ser tan desintoxicante. Sus posibilidades culinarias son más amplias y más adaptables a nuestro medio. Por el consumo de lácteos aumenta las posibilidades de padecer todo tipo de alergias, asma, diversos catarros, micosis, artrosis, etc.
La ovovegetariana es mejor si no se excede el consumo de dos yemas por semana
Macrobiótica:
Además de verduras y algunas frutas se ingieren cereales integrales, legumbres, pescados de mar o de aguas profundas, y pocos huevos. Es una dieta en la que se tiene en cuenta tanto la combinación como la proporción de los alimentos, se indica en forma personalizada, es equilibrada energéticamente. La incorporación de algunos alimentos de origen animal facilita la vida social, y aleja las posibilidades de carencias alimentarias. Tiene tres restricciones: no es fácil de practicar, requiere de un conocimiento básico culinario, y es importante hacerla cumpliendo todos sus requisitos para no caer en desequilibrios.
Bibliografía
H.Salas y J: Esteves, Guía para una nutrición evolutiva, Salbe ediciones, 1995
Craig Sams, "Macrobiotica", una forma de alimentarse, Edaf ediciones, 1981.
Dra. Alejandra Maratea