Mucho antes de que existieran los aparatos de rayos x, los escáners y los análisis de sangre, los sanadores tradicionales empleaban métodos no agresivos para determinar el estado de salud, el talento y el carácter. De estos conocimientos surgió un profundo aprecio por la unidad de cuerpo, mente y espíritu. Para el diagnosticador oriental, el cuerpo es la manifestación física del alma. Cuerpo y alma son uno. El cuerpo es a la vez síntoma y símbolo del espíritu.

 

diagnosisorientalLa diagnosis oriental es el arte de ver lo profundo bajo la superficie; de revelar la verdad interior, tal y como se revela en las características físicas de nuestro cuerpo.

Cuanto más conocemos nuestras fuerzas, con mayor facilidad podemos elegir caminar en la dirección de nuestros talentos y felicidad. El conocimiento mejora la calidad de nuestra vida.

Cuando llegamos a conocernos, comenzamos a percibir nuestras fuerzas y debilidades. Mediante la diagnosis oriental vemos nuestras debilidades bajo su verdadera luz: como orientaciones para el comportamiento, no como algo por lo que debamos sentirnos mal. Va a usar el conocimiento de sí mismo para ser feliz, no para fomentar la autocrítica y la desdicha.

Basado en los antiguos métodos de la diagnosis oriental va a aprender una nueva manera de considerarse a usted y considerar a los demás. Llegará a reconocer que cada característica, cada gesto, cada arruga de la cara tienen su significado, y podrá descifrar el significado concreto de cada una de estas características, gestos y arrugas. Mediante este proceso va a comprender una verdad fundamental acerca de la vida: que las respuestas a todos los interrogantes importantes ya existen en usted.

Las respuestas no están fuera de nosotros; están adentro. La verdadera pregunta es cómo descubrirlas: todo lo que hemos de hacer es aprender a leer nuestro propio libro, cuyas palabras están escritas en los rasgos de nuestro cuerpo.

Dentro de todas las cosas hay opuestos. Uno no es una persona débil o una persona fuerte, es ambas cosas a la vez. El sanador oriental tradicional ve dentro de la persona enferma la batalla que luchan la enfermedad y la salud. Si no hubiera nada de salud allá, el paciente estaría muerto. Enfermarse es signo de salud. Mientras se está enfermo se está vivo. Mientras se está vivo se tiene la oportunidad de recuperarse. Cuando se está muerto ya no hay más oportunidades.

Así pues, el método del sanador oriental consiste en favorecer las fuerzas de la salud que hay dentro del paciente.

Si únicamente vemos lo malo en alguien o algo, vemos sólo la mitad del cuadro. En ese sentido, estamos ciegos a las posibilidades que hay dentro de la persona o la situación. Queda poca o ninguna esperanza porque no hay motivos para la esperanza.

En consecuencia, no podemos aliviar el sufrimiento. Pero si también nos abrimos a lo bueno que también está allá, tenemos una visión nueva y completa de la vida y podemos disfrutar inmensamente de nosotros mismos y de la vida.

Extractado del libro "Cómo leer el cuerpo", manual de diagnosis oriental, de Wataru Ohashi.